domingo, 11 de septiembre de 2016

El profesor de la Universidad de Viena dice que las inversiones en ciudades inteligentes deben ser públicas y privadas.

¿Cuál es el vínculo entre ciudad inteligente y ciudad competitiva? Y ¿cuál es su impacto en el desarrollo económico sostenible? Son dos cuestiones centrales que abordó, en una conversación con Inversión, el profesor de Estrategia e Innovación, RSE y Finanzas Internacionales en la Universidad de Viena (Austria), Pablo Collazo.

El uruguayo preside el Capítulo Europeo de la Microeconomía de la Competitividad de Afiliados en Harvard Business School y es asesor principal de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI).

¿Cuál es el concepto más cabal de ciudad inteligente?
El concepto que está relativamente consolidado en círculos de empresas, de gestión pública y de políticas públicas tiene énfasis muy marcado en la conectividad. El concepto de smarth, que es un calificativo, que le damos a una serie de aparatos, se trasladó con el mismo significado a la dimensión territorial, de ciudad o de región. La primera reflexión es que la conectividad, si bien tiene mucho que ver con lo que entendemos por ciudad inteligente, no lo es todo. La conectividad es un medio; el fin es lograr eficiencia en las comunicaciones, en la gestión de trámites públicos, en que el acceso a internet esté ampliamente diseminado. Ejemplos abundan sobre cómo la conectividad nos hace más eficientes en múltiples facetas: en el trabajo, en el tráfico, en la relación con nuestros gobiernos. El fin debe ser la eficiencia y esto aumenta nuestra calidad de vida.

¿Hay experiencias de conversión de ciudades a territorios inteligentes en nuestra región?
Sí, en Latinoamérica es un concepto recogido por algunas ciudades. Medellín fue una de las que adoptó este concepto y lo resaltable es que lo hizo no sólo en el sector público. Muchas veces en este tipo de iniciativas, como tienen que ver con servicios y con conversiones en bienes públicos, los individuos y el sector privados dicen: "le toca hacer la inversión al Estado”. En Medellín, también el sector privado se sumó a la iniciativa con mucho protagonismo, porque el resultado de aumentos en eficiencia, que es en definitiva de lo que se trata, requiere de la iniciativa pública con frecuencia, pero también de la privada. El sector privado de Medellín dio un paso en ese sentido y ya están recogiendo los frutos. La conectividad es parte de la historia, también tiene que ver con el diseño urbano, con promover zonas verdes, no tanto por estética sino por una mejor calidad de vida.

Por lo general los ciudadanos exigen más que el primer paso hacia convertir una ciudad en inteligente lo dé el sector público. Pero, si no hay ese impulso, ¿se puede comenzar por el lado del sector privado?
Por supuesto, porque el beneficiario conjunto es también el sector privado, la empresa junto con el ciudadano. Las mejoras en eficiencia se transforman en eficiencias logísticas que se cuantifican fácilmente. Es decir, si se mide el antes y el después; por ejemplo, cuánto es el costo de mantener una flota de distribución en la calle con un tráfico caótico y cuántos son los ahorros que se logran cuando el tráfico se ordena o cuando las infraestructuras se mejoran, se logran eficiencias en los itinerarios; el resultado es muy mensurable.

¿Y usted vio experiencias en las que la transformación haya comenzado por el sector privado?
Es muy difícil identificar en el tiempo en que comienza una ciudad su proceso hacia ser una ciudad inteligente, pero yo me aventuraría a decir que sí. Muchas empresas son plenamente conscientes de los beneficios, de las ganancias en productividad que vienen con un diseño inteligente en infraestructuras, en conectividad, en gestión de recursos, en energía, en agua, y en muchos casos no esperan la iniciativa pública. El sector público en general lo sabe, lo valora y en la medida de sus posibilidades, lo implementa. En el contexto de la región, naturalmente, con la infinidad de necesidades mucho más perentorias, este tipo de mejoras pueden parecer algo secundario. Aquí no hay receta única, el sector público debe valorar prioridades y mientras tanto hay que invitar al sector privado a que evalúe el costo-beneficio. Claro, se debe invertir mucho, pero uno fácilmente puede calcular: "Invierto 100 y en seis meses veré que esos 100 sean compensados al generar ahorro”.

¿Una ciudad que no busca ser inteligente no es competitiva?
Exacto. Pero, todo es en términos relativos; la competitividad no es una valoración absoluta, hay veces en que el desarrollo económico igual tiene lugar porque los otros están en una situación también de falta de desarrollo o de estancamiento. Pero, una ciudad que ignora estas oportunidades de desarrollo puede convertir ello en una desventaja comparativa para las empresas y para los individuos. Uno puede escoger entre vivir en La Paz o en Santa Cruz y preferir La Paz porque el uso de recursos, la energía, el agua, hacen que la calidad de vida sea mayor. Lo mismo haría la empresa al buscar dónde localizarse; busca el lugar que le ofrezca más eficiencia en gestión logística, en el uso de energía, en el uso de otros recursos. Como vemos, la conectividad es sólo una parte.

¿Se puede en estos tiempos pensar en que una ciudad se convierta en inteligente, pero sin planificación?
La falta de planificación impacta sobre el resultado, si las iniciativas están desconectadas y son aleatorias, si queremos mejorar el tráfico y lo hacemos de forma fragmentada en un sector de la ciudad y no en el resto, seguro el resultado no será el esperado. Como todo en la vida, es cuestión de expectativas, si decimos: "el presupuesto que tenemos nos permite llegar hasta aquí”, pues hagamos esto y al menos logremos mejoras parciales en este sector de la ciudad. Se puede hacer una valoración de qué es lo más relevante y a partir de eso hacer avances a pequeños pasos. En la región muchas veces nos pasa que terminamos en la inacción, porque decimos "sin planificación no se puede hacer o si no se hace en su conjunto no se puede hacer” y al final no se hace nada. Entonces, lo bueno sería trabajar para que pequeñas iniciativas se lleven a cabo y luego, cuando existan los medios o cuando se valore que sea oportuno, llevarlas a una escala mayor.



HOJA DE VIDA

Inicios Cuando el político inició sus estudios en la Universidad Católica.
Estudios Una vida llena de Es asmbleista del Mas desde enero del 2008
Carrera Cuando Se Inició como el entrenador de la Selección nacional, lo hecho por el volante.

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